En este post voy a expandir algunas respuestas de mis posts anteriores.
Capacidad productiva
Se trata de justificar la desigualdad de los ingresos en base a una supuesta capacidad productiva. Los individuos que tienen mejores ingresos sirven mejor a la sociedad, las funciones que desempeñan son más valoradas, y así se justifica que unos tengan más y otros menos.
Se supone que no existe explotación, que las ganancias capitalistas representan su aporte a la producción debido a su función empresarial. Las tasas de interés reflejan la "preferencia temporal", y a los trabajadores se les paga según su aporte marginal.
Otros factores que influyen en la distribución del ingreso se consideran como no relevantes.
Sin embargo, aun concediendo que cada quien recibe lo que aporta en base a su capacidad, el problema de la asignación de recursos con el fin de maximizar el bienestar social no consiste en asignar los recursos en base a méritos.
Y no tiene mucho sentido en hablar de méritos individuales cuando las habilidades que se tienen están influidas por tendencias innatas o influencias sociales particulares.
Hay quienes sentirán un interés espontáneo por ocupaciones que resultan ser lucrativas, y hay quienes se inclinarán por otras que no son tan rentables.
La concepción de que la desigualdad de poder adquisitivo beneficia a la sociedad, ya que premia a los que se dedican a actividades productivas más valoradas por ésta, resulta contradictoria si se admite que una distribución más equitativa del poder adquisitivo beneficiaría a la sociedad.
En una sociedad en la que el poder adquitivo está concentrado en una minoría, y las decisiones de producción y consumo se toman en base a ese criterio, el decir que la "sociedad" se beneficia del mérito de tales individuos esconde el hecho de que la dinámica del sistema le da más importancia a los deseos de una minoría, que la "sociedad" no es homogénea, que hay un grupo privilegiado cuyos deseos tienen preferencia en la jerarquía de preferencias sociales.
Cálculo en especie
La ley del mínimo nos dice que hay que ahorrar los insumos más escasos y utilizar más los más abundantes.
Para facilitar la toma de decisiones en este sentido, se puede utilizar un índice de escasez, que indicaría la relación de pedidos para un bien determinado con relación a la cantidad realmente producida. Así, un índice de escasez de 95% indicaría que la oferta es un 5% superior a la demanda. Un índice de 105% indicaría que la demanda supera a la oferta en un 5%, por lo que hay escasez
Además de la ley del mínimo, podemos utilizar el criterio de ahorrar horas de trabajo y utilizar insumos que sean más agradables de producir, consuman menos energía y produzcan menor contaminación.
Decisión en base a precios
Se nos dice que los precios nos proveen de un criterio exacto para ahorrar los recursos sociales a la hora de elegir varios insumos que cumplan una misma función: hay que elegir el insumo más barato. Así, si el insumo A tiene un precio de $5 y el insumo B $4, hay que elegir el B, y así lo que es más rentable para el empresario es más beneficioso para la sociedad. Se cree que el insumo A, al ser más caro, es relativamente más escaso que el B, de manera que al utilizar B estamos ahorrando recursos. Pero se notará que si logramos determinar las escasez relativa entre A y B por otros medios podemos prescindir de los precios.
De hecho, el precio de cada insumo puede contener márgenes de ganancia diferentes que distorsionen la información sobre escasez relativa.
Así, si A tiene un margen de ganancia de $2 y B de $1, entonces B parece ahora ser el insumo más escaso en vez de A, suponiendo que la diferencia entre márgenes de ganancia se deba a un desigual poder de mercado. El empresario, al pretender maximizar su ganancia no estaría tomando en cuenta los costos sociales de oportunidad.
De manera similar, los precios no reflejan el grado en que externalizan los costos al ambiente y al trabajador. Por lo que al tomar decisiones sociales en base a precios hay información importante que no se está tomando en cuenta.
Intensidad de la demanda
Victor L. plantea que en ausencia de precios no se puede calcular la "intensidad de la demanda", y que para esto no basta comparar la rotación de existencias.
Lo voy a plantear en forma general.
Si A tiene una rotación de existencias de 100 unidades y B de 200, se puede pensar no obstante que los consumidores valoran en promedio 5 unidades de B por una de A, de manera que al producirse un cuello de botella en el insumo común X, y suponiendo que se utilice en la misma proporción en los dos productos, los consumidores preferirían que se producieran más cantidades de A que de B. Supuestamente esta información se puede transmitir por medio de los precios, de manera que el precio de A sea 5 veces el precio de B.
Suponiendo que se pueda llegar a un equilibrio que resulte en la proporción adecuada, en el corto o mediano plazo no hay manera de determinar la preferencia relativa, de manera que cuando los precios se estabilicen ya se habrá incurrido en costos irrecuperables.
Cabe recordar, sin embargo, los problemas de desequilibrio en un mercado de varios bienes, en el que una sola fluctuación de precios hace que todo el sistema oscile sin encontrar el equilibrio. Si no hay equilibrio no se podrán expresar las preferencias relativas en el mercado.
Cabe asimismo preguntarse si las diferentes preferencias ordinales de los consumidores pueden transmitirse en un sistema cardinal de precios.
Un individuo puede estar dispuesto a pagar $5 por A, mientras que otro solo $3, un tercero solo está dispuesto a pagar 1$; pero en el mercado el precio puede ser de $2, por lo que dos pagan el mismo precio, y uno no paga nada. No hay manera aquí de que las diferentes preferencias relativas influyan en el sistema de precios.
En la práctica, el precio de un producto aumenta cuando se vuelve más escaso, esto es, cuando aumenta la tasa de rotación de existencias. El aumento de precios será proporcional al aumento de esa rotación. Si el precio aumenta mucho puede que la tasa de rotación disminuya a un nivel inferior al anterior. El precio estaría entonces determinando la "intensidad de la demanda", en lugar de ser los consumidores los que la determinen.
Lo que se hace con el precio es racionar el producto en forma arbitraria. Para hacer eso no es necesario un sistema de precios. Los más afectados en un racionamiento por precios son los que tienen menor poder adquisitivo.
Toma de decisiones comunitarias
Para este caso sencillo, y suponiendo una comunidad pequeña, es fácil pedirle a los consumidores que se decidan entre A y B. Se levanta una encuesta y se les pide que expresen su preferencia.
Sin embargo, la dificultad surge al preguntar la intensidad de la preferencia. ¿Cuantas unidades de B está dispuesto el individuo a sacrificar para obtener una unidad de A? No todos pueden, por medio de una sencilla introspección, responder a esta pregunta en forma exacta.
Pero suponiendo que pudieran responderla, esto se resuelve calculando una preferencia promedio.
El problema se complica cuando se trata de establecer una jerarquía de prioridades para una lista de más de tres puntos y varias personas. La agregación de preferencias individuales puede resultar imposible, tal como lo establece el teorema de imposibilidad de Arrow.
Pero el sistema de precios también es susceptible de ser criticado en base del teorema de Arrow.
Por medio de una democracia deliberativa y descentralizada es posible enfrentar el problema de toma de decisiones colectivas, pero no se supera en absoluto.
Cabe esperar que estos problemas téoricos sean posibles de superar en la práctica. Despues de todo, la toma de decisiones colectivas existe y funciona en la actualidad. Los experimentos de auto-gestión han demostrado ser factibles. La única alternativa a la democracia es el autoritarismo, o el someterse a las fuerzas ciegas del mercado.
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Robin Cox sobre jerarquías de producción
PS.
Buscando información sobre el teorema de Arrow me encontré con este divertido libro en Google Books: Carta abierta a los gurúes de la economía que nos toman por imbéciles.
Capacidad productiva
Se trata de justificar la desigualdad de los ingresos en base a una supuesta capacidad productiva. Los individuos que tienen mejores ingresos sirven mejor a la sociedad, las funciones que desempeñan son más valoradas, y así se justifica que unos tengan más y otros menos.
Se supone que no existe explotación, que las ganancias capitalistas representan su aporte a la producción debido a su función empresarial. Las tasas de interés reflejan la "preferencia temporal", y a los trabajadores se les paga según su aporte marginal.
Otros factores que influyen en la distribución del ingreso se consideran como no relevantes.
Sin embargo, aun concediendo que cada quien recibe lo que aporta en base a su capacidad, el problema de la asignación de recursos con el fin de maximizar el bienestar social no consiste en asignar los recursos en base a méritos.
Y no tiene mucho sentido en hablar de méritos individuales cuando las habilidades que se tienen están influidas por tendencias innatas o influencias sociales particulares.
Hay quienes sentirán un interés espontáneo por ocupaciones que resultan ser lucrativas, y hay quienes se inclinarán por otras que no son tan rentables.
La concepción de que la desigualdad de poder adquisitivo beneficia a la sociedad, ya que premia a los que se dedican a actividades productivas más valoradas por ésta, resulta contradictoria si se admite que una distribución más equitativa del poder adquisitivo beneficiaría a la sociedad.
En una sociedad en la que el poder adquitivo está concentrado en una minoría, y las decisiones de producción y consumo se toman en base a ese criterio, el decir que la "sociedad" se beneficia del mérito de tales individuos esconde el hecho de que la dinámica del sistema le da más importancia a los deseos de una minoría, que la "sociedad" no es homogénea, que hay un grupo privilegiado cuyos deseos tienen preferencia en la jerarquía de preferencias sociales.
Cálculo en especie
La ley del mínimo nos dice que hay que ahorrar los insumos más escasos y utilizar más los más abundantes.
Para facilitar la toma de decisiones en este sentido, se puede utilizar un índice de escasez, que indicaría la relación de pedidos para un bien determinado con relación a la cantidad realmente producida. Así, un índice de escasez de 95% indicaría que la oferta es un 5% superior a la demanda. Un índice de 105% indicaría que la demanda supera a la oferta en un 5%, por lo que hay escasez
Además de la ley del mínimo, podemos utilizar el criterio de ahorrar horas de trabajo y utilizar insumos que sean más agradables de producir, consuman menos energía y produzcan menor contaminación.
Consideremos dos procesos de producción. El método A requiere de 70 toneladas de acero y 60 toneladas de concreto, mientras que el método B requiere de 60 toneladas de acero y 70 toneladas de concreto. Uno de los métodos será más económico en términos de dejar más recursos disponibles que el otro, pero para establecer cual es necesitamos comparar las cantidades relevantes.
[...]
Así, por ejemplo, el acero puede requerir 3 horas-hombre para producir una tonelada, producir 200 metros cúbicos de gas de desecho, 2000 kilo-joules de energía, y tiene excelentes condiciones de trabajo. El concreto, por otra parte, puede requerir 4 horas-hombre de trabajo para producir una tonelada, producir 300 metros cúbicos de gas de desecho, usar 1000 kilo-joules de energía y tiene condiciones peligrosas de trabajo debido al polvo. ¿Cuál será el mejor método? Asumiendo que cada factor será valorado en la misma forma, es obvio que el método A es el mejor, ya que produce un menor impacto ecológico y tiene las condiciones de trabajo más seguras -- el mayor costo en energía es compensado por los los otros factores, que son más importantes. [Anarchist FAQ]
Decisión en base a precios
Se nos dice que los precios nos proveen de un criterio exacto para ahorrar los recursos sociales a la hora de elegir varios insumos que cumplan una misma función: hay que elegir el insumo más barato. Así, si el insumo A tiene un precio de $5 y el insumo B $4, hay que elegir el B, y así lo que es más rentable para el empresario es más beneficioso para la sociedad. Se cree que el insumo A, al ser más caro, es relativamente más escaso que el B, de manera que al utilizar B estamos ahorrando recursos. Pero se notará que si logramos determinar las escasez relativa entre A y B por otros medios podemos prescindir de los precios.
De hecho, el precio de cada insumo puede contener márgenes de ganancia diferentes que distorsionen la información sobre escasez relativa.
Así, si A tiene un margen de ganancia de $2 y B de $1, entonces B parece ahora ser el insumo más escaso en vez de A, suponiendo que la diferencia entre márgenes de ganancia se deba a un desigual poder de mercado. El empresario, al pretender maximizar su ganancia no estaría tomando en cuenta los costos sociales de oportunidad.
De manera similar, los precios no reflejan el grado en que externalizan los costos al ambiente y al trabajador. Por lo que al tomar decisiones sociales en base a precios hay información importante que no se está tomando en cuenta.
Intensidad de la demanda
Victor L. plantea que en ausencia de precios no se puede calcular la "intensidad de la demanda", y que para esto no basta comparar la rotación de existencias.
El problema del comunismo está, pues, en que le es imposible comparar todos bienes necesarios a los consumidores de una manera tan precisa como se requiere. Para este propósito no serviría la “tasa de rotación de existencias” puesto que esta compara magnitudes diferentes entre sí: no nos dice nada en relación a la intensidad de la demanda que la “tasa de rotación” diaria de zapatos sea de 100 y la de calcetines sea de 200, puesto que a pesar de la mayor tasa de los calcetines, los consumidores podrían preferir renunciar a estos antes que a los zapatos.
Lo voy a plantear en forma general.
Si A tiene una rotación de existencias de 100 unidades y B de 200, se puede pensar no obstante que los consumidores valoran en promedio 5 unidades de B por una de A, de manera que al producirse un cuello de botella en el insumo común X, y suponiendo que se utilice en la misma proporción en los dos productos, los consumidores preferirían que se producieran más cantidades de A que de B. Supuestamente esta información se puede transmitir por medio de los precios, de manera que el precio de A sea 5 veces el precio de B.
Suponiendo que se pueda llegar a un equilibrio que resulte en la proporción adecuada, en el corto o mediano plazo no hay manera de determinar la preferencia relativa, de manera que cuando los precios se estabilicen ya se habrá incurrido en costos irrecuperables.
Cabe recordar, sin embargo, los problemas de desequilibrio en un mercado de varios bienes, en el que una sola fluctuación de precios hace que todo el sistema oscile sin encontrar el equilibrio. Si no hay equilibrio no se podrán expresar las preferencias relativas en el mercado.
Cabe asimismo preguntarse si las diferentes preferencias ordinales de los consumidores pueden transmitirse en un sistema cardinal de precios.
Un individuo puede estar dispuesto a pagar $5 por A, mientras que otro solo $3, un tercero solo está dispuesto a pagar 1$; pero en el mercado el precio puede ser de $2, por lo que dos pagan el mismo precio, y uno no paga nada. No hay manera aquí de que las diferentes preferencias relativas influyan en el sistema de precios.
En la práctica, el precio de un producto aumenta cuando se vuelve más escaso, esto es, cuando aumenta la tasa de rotación de existencias. El aumento de precios será proporcional al aumento de esa rotación. Si el precio aumenta mucho puede que la tasa de rotación disminuya a un nivel inferior al anterior. El precio estaría entonces determinando la "intensidad de la demanda", en lugar de ser los consumidores los que la determinen.
Lo que se hace con el precio es racionar el producto en forma arbitraria. Para hacer eso no es necesario un sistema de precios. Los más afectados en un racionamiento por precios son los que tienen menor poder adquisitivo.
Toma de decisiones comunitarias
Para este caso sencillo, y suponiendo una comunidad pequeña, es fácil pedirle a los consumidores que se decidan entre A y B. Se levanta una encuesta y se les pide que expresen su preferencia.
Sin embargo, la dificultad surge al preguntar la intensidad de la preferencia. ¿Cuantas unidades de B está dispuesto el individuo a sacrificar para obtener una unidad de A? No todos pueden, por medio de una sencilla introspección, responder a esta pregunta en forma exacta.
Pero suponiendo que pudieran responderla, esto se resuelve calculando una preferencia promedio.
El problema se complica cuando se trata de establecer una jerarquía de prioridades para una lista de más de tres puntos y varias personas. La agregación de preferencias individuales puede resultar imposible, tal como lo establece el teorema de imposibilidad de Arrow.
Pero el sistema de precios también es susceptible de ser criticado en base del teorema de Arrow.
Por medio de una democracia deliberativa y descentralizada es posible enfrentar el problema de toma de decisiones colectivas, pero no se supera en absoluto.
Cabe esperar que estos problemas téoricos sean posibles de superar en la práctica. Despues de todo, la toma de decisiones colectivas existe y funciona en la actualidad. Los experimentos de auto-gestión han demostrado ser factibles. La única alternativa a la democracia es el autoritarismo, o el someterse a las fuerzas ciegas del mercado.
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PS.
Buscando información sobre el teorema de Arrow me encontré con este divertido libro en Google Books: Carta abierta a los gurúes de la economía que nos toman por imbéciles.
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