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Más sobre cálculo económico comunista II

Cuellos de botella

Es fácil visualizar cómo funciona el sistema auto-regulado de existencias, cómo la cadena de productores y proveedores va desde el consumidor final hasta las materias primas más básicas. No hay necesidad de precios en todo el proceso.

Sin embargo, el problema surge cuando hay un cuello de botella, cuando un insumo escaso requiere tomar una decisión entre usos competitivos.

Al insumo escaso que funciona como cuello de botella le llamamos factor limitante. Este factor limitante permite decidir cuantas unidades de A hay que sacrificar al desviar el factor limitante a un producto B. Por medio de un orden de preferencias determinado por la comunidad se decide cual es el bien prioritario que hay que producir.

Con el tiempo se puede ampliar la producción del insumo que actúa como factor limitante, se buscan sustitutos, o se cambia la combinación técnica de los insumos para ahorrar el insumo más escaso.

El colchón de existencias proporciona un margen de maniobra para realizar estos cambios sin que se produzca una interrupción abrupta de la provisión de algún bien.

Pero surge el problema de que en una economía compleja puede haber miles de productos que requieran de un insumo escaso, por lo que un ordenamiento detallado de jerarquía de prioridades puede ser extremadamente engorroso. Mucho más si pensamos que miles de individuos deben de ponerse de acuerdo para establecer una escala de prioridades. Esto simplemente no es práctico.

El problema no lo es tanto cuando clasificamos los bienes en categorías más amplias. Es evidente que los artículos de primera necesidad deben tener prioridad sobre los artículos de lujo, por lo que la asignaremos el recurso escaso especialmente a los primeros. Podemos categorizar sucesivamente los bienes según vayan proporcionando un nivel de bienestar creciente sin que nos sintamos abrumados por el gran número de decisiones. Si va sobrando material se podrá ir asignando a las necesidades menos urgentes.

Organización comunitaria

Para tomar las decisiones de producción es necesario que haya una forma de organización de los grupos de trabajadores. Para asegurar un manejo democrático éstos se asocian en grupos a los que podemos llamar cooperativas, concilios, comunas o sindicatos. El tamaño del grupo debe permitir la deliberación y la participación de los miembros para que las decisiones sean democráticas. Buscamos evitar por todos los medios las relaciones de tipo jerárquico propias del capitalismo.

Las asociaciones de trabajadores se forman en todos los lugares de trabajo, y a su vez se asocian con grupos de otros localidades de la misma industria. Los niveles de organización se hacen a nivel regional y global. También se hacen organizaciones que agrupen a industrias afines y a grupos de diferentes industrias en todos los niveles geográficos. Al mismo tiempo se hacen asociaciones de consumidores y pobladores.

A los niveles más agregados de organización les llamamos federaciones o confederaciones. En estos niveles superiores se nombran representantes de los niveles inferiores, estos se van rotando para evitar la burocratización.

La función de las federaciones y confederaciones es coordinar la toma de decisiones, no imponerlas, como lo hacen los gobiernos. De manera que es incorrecto decir que estas organizaciones son estados, o que el comunismo libertario propone la existencia de un estado global.

Es necesario que las comunas se reúnan periódicamente en asambleas para tomar decisiones. Estas decisiones se concertan entre las otras comunas mediante los organismos correspondientes para tomar decisiones a nivel local, regional y global.

La decisión de construir una carretera, por ejemplo, es una decisión que tiene que hacerse a un nivel apropiado de confederación. Las decisiones de inversión de grandes proyectos se preparan con anticipación, y se asigna la priorización de recursos a cada proyecto para evitar el surgimiento de cuellos de botella. Aquí se puede utilizar un análisis de insumo-producto, sin pretender con ello realizar una planificación exahustiva de toda la economía.

Cuando hay un insumo escaso que requiere decidir entre usos competitivos, las confederaciones trazan políticas generales estableciendo la prioridad de cada categoría de productos.

¿Planificación centralizada o descentralizada?

Cabe preguntarse si el sistema descrito es uno de planificación centralizada y si es lo suficientemente flexible para adaptarse a los cambios.

A lo que hay que contestar que depende de lo que se entienda por planificación centralizada. Si por ello entendemos que hay órganos de planificación -separados de la producción- que formulan un plan global detallado de la economía sin consultarle a los interesados, la respuesta es no. Al hablar de planificación centralizada se sobreentiende normalmente que hay una estructura jerárquica que la administra. Este tipo de estructuras es algo que el comunismo libertario rechaza por principio.

Un sistema de planificación central puede permitir cierto grado de autonomía a las unidades productoras. Entre más autonomía haya, más descentralización habrá. Sin embargo, si se pierde el elemento de coordinación el resultado será de más desorden en vez de más libertad.

El sistema de libre acceso propuesto resulta en una combinación óptima de autonomía y coordinación.

Aclarando lo anterior, se puede afirmar que este sistema se basa en una planificación centralizada con un nivel óptimo de descentralización. La planificación central es necesaria para tomar las grandes decisiones de inversión a nivel regional y global y para coordinar las políticas de producción.

Este sistema, al contrario de la planificación jerárquica, garantiza un flujo óptimo de información, dada su estructura democrática basada en la comunidad local. Los detalles del proceso productivo se registran y se comparten en todos los niveles gracias a la moderna tecnología de cómputo y comunicación, por lo que es posible tomar decisiones rápidas y oportunas.


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